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Mal de amores

Diomary La Mala y Fredy Ginebra

Diomary Peña (La Mala) nació en la República Dominicana y en 1992 emigra a New York donde empezó a experimentar en el mundo del espectáculo de la mano de Félix D'oleo. Así nace la cantante, que por su arrastre con el público y su versatilidad siguió experimentando e inventado alternativa en el mundo del entretenimiento, convirtiéndose en la pionera de un movimiento del karaoki en español. En 2006 lanza su primera producción discográfica en el género tropical, la cual título “Enero 2". Entre los años 2009 y 2010 inicia un movimiento salsero, en la ciudad de New York, que le lleva a compartir escenario con grandes leyendas. En 2011 representa a la República Dominicana en el Reality Show "Yo Canto" de la cadena Telemundo en Puerto Rico. En la parte humana, Diomary es activista sobre los Derechos Humanos. Por ello, las siglas del mote la definen como Mal@: Mujer, Autentica, Luchadora y Activista. Nombre que identifica su fundación “M.A.L.A”, que apoya a las mujeres víctimas de abuso sexual.  Su activismo en las causas sociales más elevadas, le ha valido ser reconocida por la Alcaldía de San Francisco de Macorís como “Hija meritoria”, por su destacada carrera artística y por su compromiso social; y además, por la Fundación sin fines de lucro “Mujeres al Poder” y por la revista “SFM Magazines Awards 2016”.

Freddy Ginebra es gestor cultural, escritor y periodista dominicano. En 1964, con 19 años, produjo el programa de televisión Cita con la Juventud. Estudió derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Luego en la Universidad de Nueva York estudió filología inglesa, ciencias de la comunicación, Kulturadministration y relaciones públicas. Fue Presidente de la Liga Dominicana de Agencias Publicitarias (LIDAP). En 1974 fundó la Casa De Teatro, un centro cultural en la ciudad de Santo Domingo, del que es director desde entonces. Casa de Teatro tuvo una participación destacada dentro del festival de Siete Días con el Pueblo y en su local se presentaron artistas como Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Ana Belén y Noel Nicola, entre otros. El embajador de Francia en la República Dominicana condecoró a Ginebra como Caballero de la Ordre des Arts et des Lettres. El debut de Ginebra en el cine se da con Mañana no te olvides, un filme del cineasta hispano-dominicano José Enrique Pintor. ​

“Mal de amores” es un divertimento íntimo entre canciones y cuentos. Diomary La Mala, extraordinaria voz e intérprete de boleros y Freddy Ginebra, actor, escritor, gestor cultural, se dan la mano en el escenario creando una complicidad que cautiva a quienes los acompañan, una cantando los boleros más conocidos dominicanos y del mundo y el otro, improvisa historias y cuenta las impresiones vividas. Se mezclan la risa, la nostalgia, alguna lagrima con boleros, bachatas, rancheras. Mal de amores es un canto a la vida, un abrazo cálido de esa media isla que se llama República Dominicana a todos los espectadores.

Fredy Ginebra.

Nacer en una isla es un privilegio y nacer en febrero con los aires de carnaval es casi una bendición, de alguna manera se te cuela en la sangre el merengue y la bachata. El día que nací en una vieja ciudad mi papá abrió una botella de champán y celebró con el lechero. Es un varón -gritó orgulloso y me puso el nombre de un tío que había muerto siendo niño-, es decir: vine a ocupar, según mi abuela, el lugar del tío; detalle que luego en el futuro me daría un lugar privilegiado en el corazón de no sólo de mis padres, sino de mi abuela Marina. Quise recitar poemas desde muy pequeño con el agravante de olvidarlos a medio recitar y tener que completar con estrofas propias; mis versiones poéticas eran desastrosas. Gracias a Dios mi público eran primos y familiares que me excusaban todo y disfrutaban de mis improvisaciones. Al teatro entré por una azotea. Dos cubrecamas, tres toallas y una sábana vieja fueron suficiente para crear mi sala de ensayos.  La luna y una gastada bombilla hacían el resto. Escribía mis propias obras, las actuaba y nada me daba más emoción que en aquellas donde había un crimen y tenía que fingir la muerte; y lo hacía tan bien que espero no tener que hacerlo de verdad nunca; un público enardecido de vecinos aplaudía a rabiar. ¿Cómo vas a morir esta noche?, preguntaban. 

Desde siempre me sentí motivado por la gente. Hacer amigos era algo cotidiano. Puedo decir que los colecciono y atesoro. Confieso que soy un amigo fiel que valora la amistad como su más preciado tesoro. Tengo un corazón de boyscout, siempre dispuesto a servir. Descubrí a muy temprana edad el placer de hacer feliz al otro, del servicio sin condiciones, de dar sin esperar nada, y he sido feliz en el camino.

Me hice actor en el Colegio de La Salle y allí aprendí, más formalmente, lo que es la profesión. Logré trabajar en cuanta obra me ofrecieran; luego dí el salto a una institución, fundada por mí y un grupo de amigos, para seguir representando y logré actuar en Bellas Artes, el templo del Teatro que desde niño consideraba mi lugar sagrado. El día que vi al público frente a mí aplaudiendo, sentí el discreto sabor de la gloria que me duró un instante; pero fue suficiente para inocular en mí el dulce veneno de la escena. Luego, accidentalmente como casi todo en mi vida, me improvisé maestro de escuela; una de las veredas más hermosas y satisfactorias de mi caminar y, mientras lo hacía, en cinco años sin querer, me disfracé de abogado; profesión que culminé para complacer a mi padre; profesión que jamás ejercí optando por otra carrera de publicista y hombre de televisión. Escribí, animé, actué, bailé; todo en la pantalla chica, y haciéndolo continúe mi transitar de hombre feliz. Desde muy temprano había decidido la felicidad. Cuando pensé que la vida ya no me guardaría más sorpresas, encontré a una bella mujer que pensaba diferente y le pedí amores; me tomó tiempo conquistarla, luego me regaló dos hijos quienes a su vez me regalaron cuatro nietos y así seguí haciendo camino.

Una mañana, por la necesidad de otros, inventé una Casa de Teatro que acabó convirtiéndose en mi Casa de Cultura.  Nunca pensé que mi vocación de servicio iba a lograr tanto. Como mago iba sacando de mi sombrero de duende, cantantes, fotógrafos, artistas plásticos, escritores, músicos, entendí que secretamente era el perfecto trampolín que muchos esperaban para saltar del anonimato a la constelación de estrellas. Frente a mí se han pintado muchos cuadros, realizado conciertos memorables, coreografías que han hecho brotar las lágrimas, han desfilado artistas de renombre internacional, compañías de teatro de relumbrantes nombres, festivales de jazz, he aprendido a soñar despierto, a combatir los molinos de viento de políticos envueltos en sombras, a minimizar el desaliento de largos días viviendo contra la corriente, he visto llover café en mañanas tristes, atardeceres en un vaso de agua, y descubrir que después de tantos años, no me cambio por nadie, he descubierto el secreto de la eterna juventud en una casa centenaria donde cada día ocurre un milagro y detrás de un ser humano sin nombre ni apellido, sin cuenta en el banco, nace un artista que luego multiplica  sueños y multiplica luces que iluminan almas y corazones.

Cuando pensé que el camino había llegado a su otoño, un sueño de niño, de adolescente atrevido se hizo realidad y me puse alas y comencé a girar contando cuentos y llenando de música cuanto país así lo necesitara, Colombia, Cuba, Costa Rica, Santiago de Chile, Uruguay, España y Portugal, y aún por conquistar otros muchos más que están a la espera.

Hago camino al andar como dice el poeta; planifico lo necesario para no morir de susto, pero no tanto que me impida la alegría de vivir sorprendido. Cuando las luces terrenales se confundían con las estrellas y comencé a entender algunos entresijos, se abrió una nueva profesión en mi vida pues me ofrecieron, en bandeja de plata, el papel más importantes de todos en un largo metraje: hacer de anciano; disfrazar mi corazón de niño, asumir las marcas que el tiempo había depositado en mi cuerpo, y representar a un viejo señor con alzhéimer y la relación con su nieto de síndrome de Down. “Mañana no te olvides” es el título de esta primera película que ya ganó el premio de Mejor Película en un festival en Roma. Me sorprendió la oferta, pero el niño que llevo dentro me obligó a asumir el reto y ahora el cine, es mi nueva etapa de vida combinándolo con los cuentos, la dirección de la Casa y los papeles que me llegan.

Moriré sorprendido pero habiéndolo agotado todo. Solo me queda por descubrir al regreso, el dulce misterio de la eternidad y a un Dios padre, creador de todo que imagino divertido y que sin necesidad de preguntarle responderá a todas mis preguntas.

Ficha artística

  • Intérpretes Diomary La Mala, y Freddy Ginebra
  • Músicos Víctor Mateo, Irving Peña
  • Coordinador Jamiston La Paz
  • Producción Casa de Teatro – Santo Domingo

Jueves 25 Hora: 23:00 Duración: 90
Lugar: Café Teatro Pay-Pay
Dirección:Calle Silencio, 1, 11005 Cádiz

Viernes 26 Hora: 23:30 Duración: 90
Lugar: Café Teatro Pay-Pay
Dirección:Calle Silencio, 1, 11005 Cádiz

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