Un artista y su colaborador trabajan en
el estudio de este último desarrollando diferentes proyectos artísticos. Lo que
parece ser el encuentro informal entre dos amigos se convierte paulatinamente
en una intensa jornada creativa.
La obra tiene lugar sobre una mesa de
ping-pong desordenada que el artista y su colaborador utilizan como mesa de
trabajo. Allí también se proyecta el escritorio de un ordenador. Podemos ver
registros de ensayos, material de otros proyectos en diferentes estadios
creativos, ideas para futuras obras, ideas que se les ocurren en el momento y
que se van incorporando, y también otras que se descartaron y están tiradas en
la papelera del ordenador. Sobre la mesa de ping-pong, artista y colaborador
tienen un constante intercambio – un ping-pong – de ideas y teorías.
El espectador es invitado a seguir este
proceso desde dentro y en tiempo real: cómo surgen las ideas; qué mecanismos se
activan para ponerlas en práctica; hipótesis y teorías son a su vez analizadas,
observadas y confrontadas. Todo aquello que el espectador ve se transforma en
material posible para una obra. A veces cuesta diferenciar qué forma parte de
sus vidas y qué de la experiencia artística.
Por un momento podemos entrar en la
cabeza de un artista y sumergirnos en sus ideas a través de su ordenador. Vemos
cómo escribe, borra, corrige y navega por internet. Conocemos sus archivos, su
forma de asociar, su modo de ordenar, organizar y también de desordenar. El
ordenador se convierte en un personaje más.
Artista y colaborador se someten a
pruebas en las que buscan determinar qué debería ser lo real en una obra ó qué
es necesario generar para que la obra parezca real. Por ejemplo, ¿en una escena
en la que se bebe whisky es conveniente que sea whisky de verdad o resultaría
mejor tomar té que simule ser whisky? Mientras el espectador es confrontado con
estas preguntas, ve a los actores tomar algo que parece whisky sin saber cómo
lo resolvieron, ¿será whisky, será té? ¿Se emborracharán en cada función?
La obra permite poner en tela de juicio
preconceptos sobre la ficción. El espectador no sabe cuál fue la decisión que
artista y colaborador tomaron para llevar a cabo la obra. ¿Cómo hacer, por
ejemplo, para que los espectadores asuman que el dinero que aparece en escena
es verdadero? ¿Habría que utilizar un detector de billetes falsos? ¿Pero cómo
saber si el detector de billetes falsos es real? ¿Con un detector de
detectores? Las preguntas se van multiplicando generando nuevas inquietudes.
Las ideas trabaja los límites entre realidad y ficción. Pone en escena la
intimidad de un proceso de creación. Se trata de un proceso similar al que
Federico León (autor y director) podría atravesar en sus obras junto a Julián
Tello (actor y colaborador). Las ideas podrían
ser sus ideas pero no son necesariamente sus ideas. Ellos son ellos pero al
mismo tiempo hacen de sí mismos.
Miércoles 21
Hora: 20:00
Duración: 60
Lugar: Sala Central Lechera
Dirección:Plaza de Argüelles s/n
Jueves 22
Hora: 18:30
Duración: 60
Lugar: Sala Central Lechera
Dirección:Plaza de Argüelles s/n