“Rafael Alberti, un compromiso con el pueblo”, no aspira a ser un recital de sus
poemas, ni una exaltación de su ideología, ni la proclamación de sus virtudes literarias
partiendo de su formación autodidacta. Siguiendo la línea que nos marca el desarrollo
de nuestro lenguaje teatral, el trabajo aspira a dar noticias de su espíritu poético
agarrado siempre a su vida y a sus circunstancias.
No fue, creemos, Rafael Alberti un poeta de oficio, ni un narrador de versos, ni un
letrista para proyectar su militancia. Rafael Alberti fue, antes de nacer, en su vida, y
después de su muerte, simplemente un poeta en la calle como a él le gustaba llamarse.
Tal importancia le damos a esta consideración que no está en la voz del actor que lo
encarna ningún poema completo, y la elección de los versos no sigue ninguna
clasificación por periodo. La selección de cuanto se dice ha sido el resultado de
sensaciones emotivas dispersas en la lectura de su obra completa, provocadas por
aquellas palabras o versos que conmueven, zamarrean, sin tener necesariamente una
unidad temática. Esa es, pensamos, la grandeza de su obra: poetizar todo pensamiento y
toda forma de vida, ignorando su importante proyección.
Las músicas incluidas se han elegido más por sus vibraciones emocionales que por sus
cualidades sonoras o el indudable prestigio de sus autores; y andan buscando el espíritu
culto de Rafael, sublimando sus comprometidas expresiones poéticas; y por su dibujo
estético fueron escogidas las danzas.
Como todo impulso artístico, este espectáculo tiene una difícil explicación, y por ello
sólo aspiramos a que se sienta creíble y necesario en estos tiempos donde se están
diluyendo en intereses, palabrería y desconciertos tantos valores artísticos y sociales.
Salvador Távora