La obra nos cuenta la reconstrucción de ciertos hechos acaecidos en una casa de la ciudad de la Plata, Argentina, en
1976, pero no es una reconstrucción al pie de la letra, esto da lugar a que la obra, pueda verse sin sus referentes históricos;
un documento ficcional le llama el autor a este trabajo.
La obra comienza con dos ancianos que se preguntan por una niña perdida en el tiempo; en el transcurrir de las escenas
nos daremos cuenta que se trata de su nieta robada en la casa de la calle 30, La Plata.
En esta casa hay dos cocineros que preparan conejos al escabeche, su lucidez está a la altura del caos que organizan
para llevar adelante su actividad. Permanentemente hacen referencia a la niña que juega en el patio de la casa, es más,
ellos parecieran haber salido de la imaginación de una niña.
Frente a la casa hay dos vecinos temerosos y llenos de prejuicios respecto a las actividades de los cocineros, ellos también
ven a la niña que juega.
La sensación es que las tres escenas se suceden en temporalidades diferentes, pero poco a poco se van integrando en
un tiempo y un espacio común: la casa de la calle 30.
En las últimas escenas se desata en la casa una violencia inusitada que viene desde el exterior, en medio de la violencia la
niña es robada y matan a los cocineros. Los seis personajes comparten el mismo espacio y la misma historia pero no se
escuchan y algunos no ven a los otros, lo que hace que no puedan modificar la situación para mitigar el profundo dolor
que les causa lo vivido en aquella casa.
Cada uno encarnará su rol; algunos con grandeza, como la abuela, lo que les dará un aire trágico, otros con culpabilidad,
como los vecinos, lo que despertará en ellos una enfermiza necesidad de olvidar.