Durante los últimos 20 años de su vida, Velázquez dejó de pintar, colgó los pinceles y
abandonó todo trabajo artístico para dedicarse en cuerpo y alma al gran objetivo de su
vida: La Cruz de Santiago, quería ser noble habiendo nacido plebeyo. Año tras año no
se le concede. Velázquez empieza a perder las fuerzas, siente venir la hora final y
retoma los pinceles por última vez para soltar sobre el lienzo esa obra maestra que se
llama Las Meninas.
¿Cómo fue posible hacer tamaña genialidad luego de haber sido estéril durante décadas?
¿De dónde salen Las Meninas? ¿Quién está detrás de esta obra tan memorable? No uno,
no dos, no nadie, sino el juego perverso y desesperado de un cuadro por llegar a ser, de
un retratista de corte que se da cuenta que puede hacer un retrato que superará por
mucho cualquier otro retrato, que puede hacer una pintura que atrapará a toda la
humanidad, la que le tocó padecer a él mismo y la que padecemos nosotros.