“Lloro porque deseo demasiado.
Mi alma es ardiente y grande y ansía lo que es imposible.”
Federico García Lorca
Con “La miel es más dulce que la sangre”,
L’Explose se adentra en el universo Lorquiano para reunir al autor y su obra en
un mismo plano de realidad. Al mirarlo en la distancia, pareciera que los temas
y obsesiones que atravesaron su mundo creativo definieron también su vida y su
pronta partida.
El poeta murió fusilado en 1936, tras el Golpe de
Estado que dio origen a la Guerra Civil Española y ensombreció al país durante
más de cuarenta años. Una muerte que describió repetidas veces a lo largo de su
obra y que estuvo presente desde siempre en sus escritos. Una muerte que vio de
frente a través de sus personajes femeninos y en sus poemas más personales. Una
muerte que representó –jugando- a sus amigos en varias oportunidades y que
llegó de golpe, para darle la razón a sus temores.
El título de la obra hace referencia a un cuadro, del
mismo nombre, pintado por Salvador Dalí muchos años antes de la muerte del
poeta. En él, la cabeza de Lorca aparece medio enterrada en la arena; una
visión lúgubre y oscura de su amigo, que hará parte de varias de sus pinturas
surrealistas.
Sin embargo, ese fantasma mortal que persigue al
poeta andaluz no es su única obsesión. El desear lo prohibido se convierte en
el motor de sus pesares y en el sustento de su creación. En medio de una
cultura judeo-cristiana, como es aquella a la que pertenece, la homosexualidad
lo pone en conflicto con sus propias creencias. Su cultura y su alma están en
diferentes orillas y él parece un exiliado, como muchas de las mujeres -sin
amor- que describe en su obra; los rechazados, los marginados, los perseguidos,
los que no encajan, son aquellos a quienes pone en primer plano, como reflejo
de sí mismo.
Tras su muerte, sus asesinos alardearon de haberle
dado “Dos tiros en el culo por maricón”, desaparecieron el cadáver, quemaron
sus libros e intentaron borrar cualquier huella que hubiera podido dejar; sin
imaginar siquiera que con ello le habían dado vida para siempre, como él mismo
presagió: “En todos los países la muerte es un fin. Llega y se corren las
cortinas. En España, no. En España se levantan. Muchas gentes viven allí entre
muros hasta el día en que mueren y los sacan al sol.”
Tino Fernández construye una
pieza visual, que yuxtapone las obsesiones del poeta como en una pintura
surrealista, mientras un quejío flamenco nos recuerda que Lorca –más allá de la
palabra- también fue un hombre, también fue un cuerpo, con un alma inconforme.
Martes 22
Hora: 21:00
Duración: 60
Lugar: Gran Teatro Falla
Dirección:Plaza del Falla s/n
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PATROCINADOR:
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