Dos angelicales viejecitas a bordo de sus sillas de ruedas automáticas recorren atónitas
las calles, andan como perdidas pero en realidad se han fugado de la residencia donde
vivían, los celadores las buscan pero ellas ya han tomado una decisión, se acabó lo de
ser un trasto relegado a un rincón, aún les quedan promesas y sueños por cumplir.
De apariencia frágil allá donde llegan la lían, quieren ser autónomas pero no pueden
evitar ser dependientes, necesitan ayuda, necesitan al público. Ellas bailan solas y
pueden ser peligrosas advierte el cartel que los responsables de la residencia han
colgado por toda la ciudad. Mejor seguirles la corriente.
Nuestras protagonistas cada vez más eufóricas por la excitación de sentirse libres nos
mostrarán cómo dos mujeres ancianas pueden acometer proezas impensables para su
edad.
Homenaje a los viejos y viejas felices, los que siguen teniendo sueños, dispuestos
siempre a conquistar el mundo, socarrones, bebiendo la vida a tragos largos.